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    El basamento dedicado a la Paz que hay en la portada principal del Palacio de Carlos V tiene una decoración simbólica muy hermosa que me gustaría enseñaros:

    El palacio se fundó en 1526 durante el viaje de novios del rey y emperador, Carlos I de España y V del Imperio Sacro Romano Germánico, y su esposa la emperatriz Isabel de Portugal pero éste no se comenzó a construir hasta 1533.

    El proyecto original del palacio se debió a pintor y arquitecto Pedro Machuca, siendo el decorador del mismo uno de los grandes humanistas del siglo XVI, Diego Hurtado de Mendoza. Como Gobernador de la Alhambra y Capitán General de Granada, su hermano, Luis Hurtado de Mendoza, II Marqués de Mondéjar y III Conde de Tendilla. Ambos hijos del Gran Tendilla, Don Iñigo López de Mendoza y Quiñones.

    La guerra de Pavía (24 de Febrero de 1525) se había celebrado un año antes de la llegada del rey a Granada. El ejército francés, al mando de Francisco I, había sido derrotado y su rey preso. Un año más tarde, Francisco I viajó a Madrid donde fue custodiado y prendido por la corona con la condición de ser liberado una vez hubiera firmado el tratado donde se comprometía a no exigir el Ducado de Milán, Flandes, Nápoles, Artois y Borgoña. El Tratado de Madrid (agosto, 1526).

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    Durante el tiempo en el que Francisco estuvo retenido, pero colmado de atenciones, el rey de España ya había realizado su viaje a Granada. Carlos e Isabel llegaron en junio del año 1526 flamantes y recién casados. Su victoria en Pavía, y la derrota francesa, le había otorgado el respeto y la sumisión que tanto había esperado.

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    Ese fue el principal motor para la decoración del palacio que mandó construir en la Alhambra y que nunca volvió a visitar, ni a ver terminado. De ahí que el basamento de entrada al monumento esté dedicado a la Paz.

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    Para representarla, se escogen las alegorías grecoromanas personificadas en mujeres. Ambas llevan en la mano una gran rama de olivo. Sus pechos aparecen abultados tras esos finos ropajes que nos evocan al escultor y arquitecto clásico Fidias. Sus piernas están abiertas y los plieges de sus vestidos, de estilo romano, dan una gran flexibilidad al relieve. Soportan en sus rodillas las columnas del emperador y entre ellas el orbe o bola del mundo bajo la corona imperial. Las columnas están unidas entre si por la filacteria con las palabras “Plus Ultra” (Mas allá).

    Bajo sus pies aparecen yelmos, armaduras, flechas, espadas, cañones… todos ellas caidos al suelo y a los lados, amorcillos con bengalas quemando los restos de la guerra.

    En la parte alta del relieve, grandes ángeles voladores llevan esbeltas trompas en su boca y en sus manos.

    La intepretación iconográfica de este hermoso relieve es muy significativa:

    Las ramas de olivo, que llevan las dos figuras femeninas, simbolizan la paz. La paz cristiana tan esperada por el rey. Por este motivo, las dos ramas son tan grandes y vistosas; tal y como llevó en su boca la paloma blanca “de la paz” tras el Diluvio Universal prometiendo que lo ocurrido nunca más iba a suceder.

    Sus vestimentas y los pliegues en sus ropajes, a modo de “paños mojados”, simbolizan la clase alta propia del lugar en el que están representadas: un palacio. Sus pechos hinchados representan la generosidad; esa esplendidez que debe tener un rey con su enemigo ofreciéndole la paz una vez ha sido vencido. Las piernas abiertas de las feminidades simbolizan la recepción, el deseo de recibir ese sosiego, esa armonía, esa estabilidad anhelada…

    Las rodillas son el símbolo de la fortaleza y ellas las tienen dobladas por estar sentadas, por lo que se aprecia un grado de relajación y de sumisión frente a los símbolos imperiales que aparecen sobre ellas, las columnas. Esas columnas de Hércules que el emperador asumió como propias y que abrazan al Universo bajo su corona. El rey Carlos como rey del mundo.

    Los pequeños amorcillos quemando los símbolos de la guerra y los grandes ángeles, de la parte superior, proclamando la paz, dan Fé de esa concordia. Esa misma idea queda plasmada por las prendas y armas de guerra tiradas al suelo sin soldados.

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    Su lectura: El emperador proclama y desea la paz que será bien recibida si sus enemigos dejan las armas de forma generosa. Recibe y es espléndido con el contrario. Es el dueño del Universo y como tal, se le debe humildad y obediencia.

    María Teresa Hontoria

    Dra. Historia del Arte. Intérprete del Patrimonio.

     

     

     

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